traducción de dos poemas de jon davis









En la oscuridad



Silencio, los suburbios de perros y gatos, de rugidos

y retumbo, embestida súbita en el cruce del tren.

Pero esta mañana, 5am o antes, queda lo arrastrado por la corriente

la cascada de autos en la I25, suenan en mi oído

casi como el sonido de la sangre en mis arterias –

ese trafico interno. Justo antes del alba y su silencio

antes que el trafico invada, el coro de perros se complete

y las aves y coyotes se ruboricen con deseo, mientras comienzo

a sacudir y vibrar en el prado en que despierto

en el agarre de la inconmensurable y fiera belleza.








Ensayo sobre el disfrute empezando con la Sinfonía Concertante en Mi mayor de Mozart



Imagina a Mozart en la cálida confusión de su don, exclamando

La melodía es simple” y luego sentándose en el piano para improvisar

una docena. Como si Einstein, en sobremesa,

mencionara casualmente la relatividad, el espacio/tiempo curvado

y su continuum, la mecánica cuántica por primera vez

mientras hurga sordamente en su café o mirando

a un bebedero en que jilgueros y gorriones

justo aterrizan. O como esos sabios idiotas, hermanos gemelos,

invocando primos de diez dígitos, luego de los de once, doce…

hablando en una lengua tan pura y deliciosa

que no puede ser traducida, como la glosalalia

que parece ser la lengua del diablo, pero que

debe saber cómo suntuosos y ricamente texturizados

postres, o como la refrescante caricia de viento húmedo

en una boca seca. El disfrute no es

lo que pensábamos. Y tampoco puede ser resultado

de nada en particular – don, melodía o saber, números

arribando desde una distancia inarticulada…

debe caer simétricamente a esos esforzándose

por realizar las tareas más simples, los ceñudos

ochenta años de un viejo cruzando

y recruzando las hileras de sus zapatos negros

hasta que tomen un patrón más conocido,

claro como rayos de luz cortando un cumulo

de nubes y niebla, un tema renombrado,

estridente piccolo a través de la copula de cuerdas.




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