el otoño no era una metáfora, josé Ignacio infantas moscoso






 Katsushika Hokusai




40° 47´ 6.3276” N
73° 58´ 5.8260” O


El otoño no era una metáfora, llevaba el peso específico de una sonrisa, dolía como un mal de muela, como una onomatopeya, como un artefacto de pirotecnia sideral, como todo lo que habitaba el mundo antes del verbo; con precisión de boticario, repasamos todo lo que el mundo había guardado en una tumba poco profunda; para exhumar nuestros nombres, sacrificamos brazos y piernas, encendimos piras en los museos, en los escaparates del pecho, en los rascacielos, incendiamos el otoño mismo, el otoño que no era una metáfora, que dolía con un pesar indecible.









Pálida arca de insectos (fragmentos)

 I.


 
Qué es sino el propio cuerpo
dentellado del silencio,
                                un epíteto de viento
                                al borde animal de la flama
el aliño blando de sus piernas
deslizándose naval sobre el tiempo
                una pálida arca de insectos
                               un infinito festín
                                               celebrando el espíritu
                                                               la certera muerte
una tripulación de átomos panegíricos
entre dos orillas idénticas
                               el capricho del amor y las cenizas
en una chispa, casi sin más, besando el arrecife, el final, la orilla.









XIII.

 
.Desmembrado, absurdo
Con miles de trabas en las manos
Como si esta curva infinita fuera otra cosa que unos muslos
                                                               Un sol o un disparo
Un silencioso estrepito de cuerpos celestes
Tan súbito como la penumbra
Como esa muerte antes del tacto y después del tacto
Y en el medio sobrepuestos
Y todo fuera solo una inmensa pausa
El ojo amurallado de una memoria abisal tan antigua como los peces
El furioso interior de las células
El vapor interminable de las arterias
La secreta caravana de la sangre
El estremecimiento larvario de las entrañas
                Y todo
Absolutamente todo
                                               Solo un intento de nube
                                                               Un último abrazo
                                                                              Un evaporarse…










XXVII.

  

Me levanto a verte
Desde el castillo de proa
Con el viento en franco
(sales) desnuda de la nada
Con el liken de la piel en ciernes
El arca palida, el eden que decriben
los que han buscado dioses en las hogueras
los cuentos impunes
de los paganos
del sol de las profundidades
que aspira sobre las criptas de occidente
la balada de la mar salada
y tu tacto valia muchas vidas
el vasto espejo del cielo
y de ti provenían las palabras
que presagiaban el fin del mundo.







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